29 mar 2011

EL ORIGEN DE LA JERARQUIA.

Siempre decimos “La experiencia es un grado”, cuando nos referimos a alguien que, con menos edad, nos supera en algún conocimiento por la práctica y el empeño puesto, pero quedando siempre patente que, por el mero hecho de ser menor, debe respeto a la experiencia de la vida, a la edad, que es la que otorga la sabiduría.

Las personas envejecemos y aprendemos con el implacable paso del tiempo. Sabiduría y Vejez son sinónimos. La mejor herencia que dejan los ancianos que fenecen, es el recuerdo de cómo nos enseñaron para superar las dificultades de la propia existencia.

Cuando un joven comienza a ayudar en algo repetitivo, no hay dos trabajos que queden iguales. Las tareas, a fuerza de repetirse, se aprenden, se controlan, se mejoran y se terminan haciendo siempre igual, de forma “oficial”. Podemos decir que los que realizan los trabajos siempre de la misma manera, como indica el que enseña, son confiables. Cuantas más y mejores destrezas se tengan, más confiable será uno a los ojos del maestro.

La lucha contra el frío y el hambre obligan al hombre a trabajar muy duro. El temor a las lesiones, las heridas, los dolores y las enfermedades es, además, un factor determinante para el esmero y el método, claves para la supervivencia. Por este motivo, se hace necesaria una enseñanza rígida, metódica, tanto más cuanto más va creciendo la población, hasta el punto de la especialización.

Dependiendo de las habilidades y la fortaleza de cada uno, así existirá predisposición para unos trabajos u otros. Está en juego la vida, tanto del individuo como de la colectividad, por lo que el recelo y la dejación serán actitudes reprobadas, cuando no severamente castigadas.

La edad, el tiempo en la vida, será el primer valor reconocido, por cuanto de experiencias y sufrimientos conlleva. El anciano por el hecho de serlo, es merecedor de honores y reconocimiento (júbilo), por haber seguido las normas de sus mayores y haber sobrevivido. Es el que puede aportar mayor conocimiento en todo tipo de artes y enseñarlas, con prudencia y paciencia. Sus movimientos son lentos pero precisos, ideales para el aprendizaje y sus palabras abundantes y serenas, mantiene en la memoria los más puros y útiles conocimientos de sus ancestros y, por supuesto, la experiencia, lo que hace ganarse el respeto familiar. Es el Patriarca, el Juez, el portador de la Vara de Medir, el que pone nombre a las cosas, al igual que nombra a su sucesor.

La realización de objetos punzantes, cortantes, así como la confección de prendas, requeriría de una experiencia, una tecnología y una sistemática, solo al alcance de la experiencia, el tiempo, el sufrimiento.

La palabra SI, significó Pincho, Aguja, tan necesarios para atravesar pieles, entretejer lana, etc., es decir, Coser. La misma palabra invertida IS al igual que IZ e IG, sonidos onomatopéyicos del quejido, significó ser pinchado y por extensión, Dolor. SI+IS sería pinchar dolor, y con el tiempo, se conceptuaría SIS como Experiencia, Sabiduría, además de Dolor. Todas las palabras que contienen IS, IG, IZ, SI, SIS expresan punzada, pinchazo, dolor, sufrimiento, experiencia, sabiduría, destreza.

Por otra parte, como ya vimos, ER, HER, JER, GER expresaron “Parecer, parecido”, por lo que la palabra llegada hasta hoy JER-AR-KA significa Parecida Existencia Hacer, como es lógico, no sólo por genética, sino también por experiencias y comportamientos en la vida enseñadas a sus descendientes.


http://www.unionromani.org/videos/video018.html

13 mar 2011

EL ORIGEN DE LOS PUNTOS CARDINALES

En una entrada anterior ya expresé el origen de la representación del Punto sobre la “i”. Un punto siempre ha sido una concentración de máxima energía, un referente en el cual fijarnos, bien para tomar medida, bien para iniciar o terminar un camino, un curso, etc. Toda nuestra existencia se basa en la superación de etapas, marcadas por hitos o Puntos prefijados, respecto a los cuales medirnos.

Las dos primeras referencias que tubo el Hombre consciente de su existencia fueron el amanecer y el atardecer, es decir, ver salir el Sol y verlo ocultarse. Ya vimos cómo la vocalización “O” en un principio designó al Sol en su ocaso y más tarde se utilizó para designarle a ÉL, en todo el recorrido celestial.

La realidad de salir el Sol por un lado y ocultarse por otro, pudo haber hecho pensar que se trataba de divinidades diferentes, puesto que además, se apreciaría que al nacer (amanecer) era de menor tamaño. Sin embargo, en ambos casos, poco antes de salir el sol y poco después de ocultarse, tanto el cielo como los colores se tornan CÁRDENOS, violáceos.

Los primeros movimientos migratorios en la península se realizarían en la dirección salida-ocaso, hasta dar con “O” metíendose en las inmensas aguas del océano y luego, en sentido contrario, ocaso-salida, hasta dar con otra barrera natural de agua salada, el mar Mediterráneo. ES-TE-O / O-ES-TE, casi en idénticas condiciones, de los que se encuentran separados de “O”, tanto allá como allá.

En vista de tal circunstancia, las siguientes migraciones generalizadas serían hacia las zonas cálidas de la península, comprobando que los cielos permanecían más tiempo limpios, sin nubes y las noches eran más cálidas. Como ya indiqué ZUL/LUZ, SUL/LUS, JUL/LUJ y SUR expresó Luz, Hermosura, Belleza, Guapura, Lujo y Exceso, cualidades del Azul limpio del cielo, Sol radiante y la existencia (vida) derivada de ello.

Quedando bien fijadas estas tres referencias, la zona de la geografía conocida donde el Sol menor tiempo permanecía calentando pasaría a denominarse NOR-TE, que significa Menos Allá.

Por lo tanto, los dos primeros puntos realmente Cárdenos o Cardenales (OEste y EsteO), se tornaron referencias secundarias al cobrar importancia el SUR como destino para la mejor supervivencia, y su opuesto, el Norte, en la misma dirección, como alusión a los ancestros y antigüedades. Trazadas las dos direcciones, forman una cruz, cuyo centro o punto de intersección, en la geografía peninsular sería buscado, en la equidistancia entre sus límites con las inmensas aguas, quedando fijado, después de tiempo y tiempo, en el lugar CA-PI-TAL.

6 mar 2011

EL ORIGEN DE LOS NOMBRES Y LOS APELLIDOS.

Todas las personas tienen, al menos, dos nombres. El primero es el propio, el personal, el que identifica y diferencia de entre los demás miembros del mismo clan. Y el segundo es el “nombre heredado” de los ancestros por vía paterna o cabeza de familia, que es el que defiende, responde o es responsable de la unidad familiar o clan.

Cuando un varón y una mujer deciden emanciparse conjuntamente, buscan un lugar con una orografía que propicie la mejor supervivencia y el mejor clima al alcance de sus posibilidades. A este lugar le dan un nombre, siempre relacionado con el bienestar que éste les proporciona.

A cada nuevo hijo que irá llegando le nombrarán acorde con la “buena esperanza” que la situación merece, es decir, siempre con un nombre esperanzador, relacionado con la venida del nuevo día, el amanecer, el cielo puro o el sol radiante, clima anhelado tras las duras y largas noches.

Por el color del pelo o de la piel podemos identificar la raza, la familia o la zona de donde proceden todos los seres conocidos. Cuando un pelaje, raza o lugar es identificado con un nombre expreso, el clan que lo lleva a orgullo, es portador y propietario (heredero) de tales circunstancias originarias, es el Apellido, nombre común a todos los miembros del clan familiar.

Ya vimos que el sonido “E” expresa permanencia y pertenencia. El sonido “ES” significa “de los que”. Este plural de pertenencia y también en su forma “EZ”, ha quedado manifiesto en muchos apellidos, españoles y portugueses , sonidos identificados con “familia de”. Existen también muchos apellidos (nombres de familia) que contienen la palabra “ER” que significa “parecido o parecer”, circunstancia lógica tratándose de nombre de familia.

Por lo tanto, el origen de los apellidos, es de tiempo remoto, cuando, por necesidad vital, diferentes parejas se segregan del clan para establecerse en nuevos lugares a los que dan un nombre, que en la mayoría de los casos sería también el adoptado como segundo nombre o seudónimo familiar.

Dado que la mujer también es heredera del apellido de su familia (por el que son conocidos) y que también aporta a su descendencia su parecido, su nombre familiar o apellido será el tercer nombre de sus hijos, quedando éstos perfectamente identificados, en los casos en que existan hermanos de diferentes congéneres.

La necesidad de dar nombre al espacio que se habita o que se domina, al mismo tiempo que cada persona y familia dispone de su nombre, facilita la organización social y el hecho de la multiplicación de las personas y los bienes; se genera el ESTADO, identificador de orden superior para dirigir los deberes del conjunto de colectivos en beneficio de todos. Por supuesto, el territorio perteneciente a un Estado también tiene un nombre que identifica al conjunto de sus habitantes.

ES-PA-ÑA (no Hispania) es el nombre que caracterizó a los habitantes de la península, que significó “De los que van Hacia el Agua” en clara alusión a la primera civilización, rodeada de agua y ansiosa por conocer la ruta del que consideraban su creador, el Sol, previo desarrollo de la navegación.

Heraldo (ER-AL-DO) significa “Parecer Arriba Donde”, como todos los jefes y reyes, que vivían fuera, en lugares altos y privilegiados, enviando mensajeros con sus órdenes para ser acatadas por los súbditos, en principio, parientes con antepasados comunes. De aquí que lugares y gentes hayan llevado el mismo nombre.

La defensa de los territorios familiares y su identificación con el nombre (apellido) de sus gentes, lleva a la creación de símbolos, banderas, escudos protectores y armas, de tal manera que hoy, muchos apellidos, vayan asociados a un territorio y a una simbología de formas y colores, estudiadas desde la Edad Media, época en la que tiene su apogeo, por cuanto de lanzadera tiene para los señores y grandes herederos, en la configuración del Estado Moderno, tal y como ha llegado a nuestros días.
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