19 ago 2011

EL ORIGEN DEL GÉNERO EN EL LENGUAJE.

Como todo en nuestra inteligencia y nuestro ser, el creador de las pautas de comportamiento y primeras concepciones ha sido el SOL. Luz y Oscuridad, Calor y Frío, Confianza y Miedo, Nacer y Morir, son conceptos parejos de una misma realidad cósmica: el movimiento de la Tierra.

Hasta hace muy poco tiempo los humanos no sabíamos que éramos nosotros quienes nos movíamos, sujetos gravemente al suelo que pisábamos. Bien al contrario, creíamos que era los Soles o el Sol quienes venían y se iban, cada vez uno o bien, en el caso de uno sólo, que moría y resucitaba .

La expresión “O” serviría para manifestar el acercamiento y despedida en el horizonte, que el Sol se dignaba hacer a los hombres. “O” era Él, el Fuerte, el que permite ver, nos ve y nos oye. A “O” le dábamos las gracias y le pedíamos que volviera otra vez o enviara a otro igual, un hijo, sucesivamente, una noche tras otra.

Cuando, después de la noche y la oscuridad, vuelve a hacerse la luz, vuelve a aparecer otro iluminador, las cosas vuelven a Existir (“A”). “A” es la expresión de la Existencia, del Nacimiento, del Renacer. El Nuevo Sol viene más pequeño que el que murió en el ocaso, pero se irá haciendo Fuerte, como el anterior “O”, “EL”.

El Sol fuerte, “O”, “EL”, es el que otorga la máxima energía, el vigor y el entusiasmo. El nuevo Sol, más pequeño, es el de la esperanza, el que vuelve a dar la vida, el que permitirá volver a cobrar fuerzas para hacer que la vida merezca la pena.

Todos los animales de cada especie, incluidos los racionales, se emparejan para vivir cuando se hacen adultos.
De cada pareja de mamíferos, solo uno de los dos miembros lleva dentro a un nuevo ser. En el caso de la especie humana, la mujer lleva “U-MAN-NO” (Dentro Hombre Pequeño).

Al igual que EL Sol Fuerte envía un hijo tras su desaparición en el horizonte, el MA-CHO (que desaparece), espera que su EN-BRA (entrar mansa-oveja), haga Nacer, dé Luz, una nueva Existencia (A) igual que él de fuerte “O”.

De aquí que los nombres dados a los varones, réplicas del padre, lleven como terminación el significado de Fuerte, es decir, “O-ORO-RO”, “EL”: Manuel, Miguel, Ezequiel, Daniel, Gabriel, Rafael, Samuel, ..., generalmente nombres que impliquen cierta identidad con la generosidad y bondades venidas de la fuerza del Sol ... Y a las niñas, futuras mujeres, que traerán nuevas existencias (salen de ellas como Sale el SOL “NA”), las nombrarán con terminación en A, AR, ARA, RA y NA, es decir, nombres que supongan entrada de Luz, Nueva vida, Amanecer, Pureza y Esperanza.
















Animales y cosas que hayan sido concebidas en la idea del Hombre cómo independientes, enérgicas, inconmensurables, individuales, por el hecho de ser comparadas con el comportamiento solar en su máxima fuerza y luego ocaso, llevarán “O”- “EL”, asociándose a lo MAS-CUL-Y-NO (Repetidamente Terminar Espíritu Pequeño).

Igualmente, el hecho de dar nueva vida, luz, tranquilidad, generosidad y virtud, será equiparado con el amanecer, la salida de la existencia, el Nacer y renacer, y se asociará a lo FE-ME-NI-NO (Asomar Tesoro Todo Pequeño).

Como podremos comprobar en otra entrega, Masculino y Femenino no provienen de una identificación sexual, más bien esto último es una derivación de otra realidad más profunda.

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