5 oct 2011

TOROS Y ORIGEN DE LA TAUROMAQUIA.

Es de todos sabido que la lidia, lucha o pugna con los toros es un fenómeno fundamentalmente ibérico y ancestral. Vacas, cabras y ovejas, hembras en general, tienen de particular permitir el acercamiento humano, y tendencia a formar familia, grupo. Muy al contrario, los machos desaparecen, se muestran recelosos al contacto y, al sentirse amenazados, plantan cara, envisten.

Estas características observadas, de machos y hembras fueron aprovechadas, de tal manera que, las manadas que proporcionaban subsistencia al Hombre serían por él controladas, llevadas de un lugar a otro, dependiendo de las condiciones climáticas que favorecieran a su familia.

Los machos, dada su condición de fieros, incontrolables y desaparecidos, en un principio serían causa de peligro para el Hombre, especialmente en época de celo, por cuanto reaparecerían para su apareamiento con las hembras.

Evitar sustos de este tipo, embestidas e incluso muertes, obligaría a salir en busca del macho más poderoso, para encerrarlo y así favorecerle ser el semental de la manada. El resto de machos encontrados, por lo general en solitario, serían sacrificados.

Tanto la misión de ir en busca de los machos para ser encerrados, como para dar muerte a otros tantos, como sacar y encerrar al más poderoso para cubrir a las hembras, tenían tal grado de dificultad y riesgo, que el salir ileso de tal empeño implicaría un auténtico alivio y posterior celebración.

En el caso de los toros, no queda todo solucionado esquivando, o no, una sola envestida, como pudiera ser con los carneros, que parecen entender que un topetazo es suficiente para hacer huir al instigador. El TOR-O se caracteriza porque VUELVE, retorna y se asegura de dejar sin vida, como una piltrafa, a quien intenta no respetar su seriedad imperante.



Conocidas, tanto esta condición del Toro como el Valor varonil -apreciado por las familias en la pugna de los valientes por las más bellas muchachas-, escapar ileso del astado valiéndose de las propias habilidades, sería mérito más que razonable (exponer la vida) para ser otorgada la doncella elegida por el más valeroso.

Nadie expone la vida si no es por una razón trascendental como es la supervivencia del resto de miembros de la familia, por añadidura vendría la ofrenda de las féminas, que llevan implícito la elección de la seriedad y el valor de ser hombre íntegro, ileso, el que es capaz de medirse de igual a igual con cualquier ser de la Tierra conocida, y el más fiero conocido era el TORO.

Ir a buscar los toros al monte, provistos de alguna vaca inservible, lanzas y otros engaños, con el objeto de encerrar a estos fieros machos, bien para repartirlos como sementales, bien para sacrificarlos o festejarlos, sería el origen de lo que ha llegado hasta nosotros como “encierros”, hoy con el único objeto de correr arriesgadamente entre toros y hombres. Salir ileso, después de tal proeza, invita a la celebración y la fiesta.

Toda fiesta, en España, tiene su santo patrón, día señalado en que se recuerda a la persona llevada a las aras por sacrificar su vida en pro de la salvación del colectivo, en el lugar de celebración; a su memoria, se le rinde acción de gracias y ofrendas. No olvidemos que el primer patrón PA-TOR-ON de la humanidad es el Sol (que va que VUELVE el mismo). Así pues, toda la cultura ibérica gira en torno a tal ancestral idiosincrasia, acreedora de la más antigua civilización.

El espíritu conquistador y misionero del hombre norteño, por todo cuanto ya he expuesto, hace llevar consigo magníficos ejemplares de toros por la geografía ibérica, junto con las mismas costumbres y tradiciones heredadas, dedicando dehesas frescas, espacios retirados de sus nuevos lugares de asentamiento, para la crianza de los fieros machos, y celebrar, como antaño, las capturas, encierros y toreos.

QUÉ ES TOREAR

Torear es amansar a un toro. Aprovechar las insistentes acometidas del TOR-O, engañándolo, para provocar su cansancio, momento éste en el cual queda quieto y doblegado al valor del torero. Por cada VUELTA de envestida que el toro da, pierde parte de su fuerza, esto se traduce como O-LE, que significa Fuerte-Débil, Fuerte (O) al acudir hacia el “engaño” y Débil (LE) al salir de éste: OLE, oooooOOLÉeeeee.

Toro, en Lengua Kaló es Burel, BUR-EL, es decir el Fuerte de la Montaña. Ya expliqué, además, cómo BRA significó Manso, que permite al Hombre subirse encima. BRA-BUR o BRA-BOR expresaría la nueva condición de manso para el Fiero Toro, quedando concluida la faena entre gestos de admiración, alegría y devoción hacia el valiente torero: BRAVO, BRAVO. Sin embargo, hasta nosotros llega el concepto de bravura por lo contrario, la fiereza del animal o la valentía del torero. Dada la condición y fuerza del animal, que una vez descansado volvería por sus fueros, se haría necesario sacrificarlo en su estado de mansedumbre.

El sonido BUR expresaría montaña, puerta, puerto, es la entrada/salida, en este caso, para el torero. De aquí que “burladero” implique la feliz seguridad del torero de las astas del toro fuerte, al tiempo que el remanso de éste en su debilidad. Desde la seguridad de no poder ser alcanzados, los más cobardes se ríen del fuerte, se burlan.

La uniformidad en la lengua y las costumbres prehistóricas ibéricas son el producto de siglos de desarrollo y crecimiento, previamente a su expansión ultramar por los cuatro puntos cardinales, antes de lo que hoy conocemos como Historia Antigua de todos los pueblos mediterráneos, donde queda patente la influencia ibérica de tales impulsos ancestrales en el resto de civilizaciones más modernas.

http://www.youtube.com/watch?v=5vF3b2Ko30s&feature=related



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