La parte más débil del ser humano son los pies. Desplazarse implica poner en peligro la vida, si éstos se lesionan. Existen dos maneras de facilitar la comodidad en los desplazamientos: una, crear la protección intrínseca a la persona, y otra, proteger de manera extrínseca, allanando lo que pudieran ser caminos y rutas.
Poder salir del lugar habitual, facilita la búsqueda de nuevas formas de existencia y modos de supervivencia, por lo que se hace imprescindible ir calzado. No siempre la tecnología estuvo a la altura de las circunstancias, dándose el caso de que, en ruta, las protecciones de los pies se deshicieran y dieran al traste con el feliz retorno.
Una vez establecido un asentamiento, que fuese cómodo para los pies y donde el alimento no faltara, se haría necesario fundar los caminos que condujeran a los lugares de abastecimiento, sin poner en peligro la vida, bien por lesiones o bien por desorientación. Por estos motivos, se desbrozarían todas estas rutas y se dejarían bien marcadas. Comoquiera que la cambiante Naturaleza borrara tales marcas y señales, hubiera de pensarse en elementos de peso, de índole perdurable para tales referencias.
Si las cuevas y otras oquedades ofrecieron la primera seguridad, cabe pensar que, con el crecimiento demográfico y la expansión, debido a un cambio en la climatología favorable, los humanos buscaran alojamientos semejantes o, en su defecto, la construcción con piedra de lo que fueran a ser sus lugares habituales.



Ya dije cómo el sonido KA significó Hacer/Haber, pues bien, fruto del quehacer, del trabajo (acarrear piedras de un lado hacia otro, lascarlas, traer leña, ...), el movimiento del cuerpo, es el KALOR. La energía que hace que el cuerpo se encuentre mejor y que el Sol regala, dona de manera gratuita. Calor deseado sin necesidad de trabajar, productor de la alegría, buscado en las llanuras, libres de obstáculos, lo que permitiría la libertad también a los descalzos.
Todas las palabras que hoy contienen el sonido KAL hacen referencia a los pies descalzos (calzado, calzada, escalera, escala, calle, calé, calesa, calcar, calcañar, callo, calambre, calcetín, calza), a la luminosidad del cielo claro (calaridad, calima), a los tonos blanquecinos como la cal (calostro, calavera, calamar, calva), al reparto o medidas de cantidades (calibre, cálculo), a todos los derivados de la irradiación de calor (caldas, caldea, caldera, cáliz, calma, calmante, álcali ...) y, por supuesto, a la piedra requerida en sí (caliza), al proceso de calcinar la piedra (y por extensión todo lo que se expone directamente al fuego prolongadamente), y a sus extractos fundamentales (cal, calcio, tan necesario para la dureza de los huesos), así como la concentración anómala en diferentes vísceras (cálculos).
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