El Universo se encuentra en constante movimiento, todo él se rige por el Principio del Equilibrio Compensador. Acción y reacción, inspiración y expiración, entrar y salir, nacer y morir, todo lo que existe lo hace bajo una constante fractal, una respiración infinita. Repetición tras repetición en procesos expansivos y contractos (mareas y ciclos lunares, ciclos estacionales, ciclos vitales, ...).
Toda expansión o contracción viene a aportar equilibrio a alguna de las estructuras fractales a las que cada uno puede pertenecer, interviniendo así en el resto de estructuras y repercutiendo en TODO. Es lo que sucede con los infinitos granos de arena de la playa, removida y pisoteada, después de sobrevenirles el oleaje o el viento: cada uno toma su posición azarosamente, concluyendo en una horizontalidad perfecta, el Equilibrio.

El Lenguaje humano no escapa a tales consideraciones. Nuestra inteligencia también es producto de todas las circunstancias universales que nos son propias, incluida la herencia de pensamiento y comportamientos repetitivos ante los mismos acontecimientos. Es en el análisis de las palabras con sonidos (signos) iguales donde se vislumbran comportamientos equivalentes.

Es en la combinación de los sonidos más “simples” y en su identificación con diferentes conceptos lo que daría origen a la variedad de lenguas. Es en las de pronunciación más pura donde he buscado y encontrado los signos lingüísticos básicos, que a su vez son transcritos con idéntica equivalencia, para poderlos analizar.
Cada problema y cada solución tiene su nombre. En principio, todos estos nombres son monosilábicos. A medida que avanza el tiempo, frases compuestas de varias palabras monosilábicas, terminan por identificarse con el nombre de los mismos problemas y mismas soluciones.
La labor más importante del presente estudio ha sido la identificación de los sonidos monosilábicos (ladrillos) con el concepto que ha llegado hasta nosotros, de tal manera que, en cada palabra actual, leamos el verdadero significado de la frase que antaño fue.
Es decir, si cada sonido monosilábico equivale a un concepto, y puede ser extrapolado a cualquier palabra actual que contenga dicho sonido, con su mismo valor y sin perder sentido (aportando además claridad), estamos ante una prueba científica o matemática.
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