18 abr 2014

EL ORIGEN DEL DON

El mejor momento solar es el de su despedida por el horizonte. Él se hace más grande y agradable, para desaparecer seguidamente. En ese momento ha de estar todo recogido, unido, pues llega el largo momento de la oscuridad.

Acción de Gracias se manifiesta en la hora vespertina por la complacencia y la compañía del gran O (OR), del cual se conoce el punto exacto por donde desaparece. Sin embargo, nadie sabe DÓNDE va (Dónde Después) va durante la noche, pero que regresa por el lado opuesto.

Don y Donde proceden de este hecho trascendental. El máximo agrado, la mejor ayuda, la más agradable supervivencia es otorgada durante el momento de Luz y Calor: el día. De aquí que el que abastece, otorga, regala, concede, dona o da, efectivamente recibe el tratamiento de DON.

Así mismo, se le respeta la determinación de su ausencia, de su juicio, su castigo, etc. Es el fenómeno reiterativo y antagónico de la influencia del astro Rey sobre la Tierra lo que dictamina el hecho religioso de la Humanidad.

Vimos cómo la palabra ÑO tendría significación de “Sujeto”. SE-ÑO-OR (Sentirse Sujeto a Él) es la palabra utilizada para referirse a quien ostenta la responsabilidad y la gracia de otorgar recursos y bienes de supervivencia a sus congéneres, manteniéndolos dentro de su mismo colectivo.

Por tanto, podemos comprender cómo los términos religiosos, ancestrales, aún guardan su significado análogo para palabras tan diferentes como SEÑOR o DON. Después de El que Todo lo puede, sería el Sumo Pontífice, quien en nombre de aquél, ejercería la potestad de dar Luz, ofrecer Camino, Protección y Consejo.

El mayor DON que es concedido es el de la propia existencia, la vida. Pero para mantenerla es importante seguir recibiendo Luz, Calor, Alimento, Cobijo y condiciones para soportarla. Y por supuesto, ser agraciado con alguna cualidad natural o habilidad que facilite la supervivencia, es también un DON, otra concesión.

Vimos también la particularidad de la Mujer de permanecer siempre cerca del agua (ÑA), DON-ÑA (Donde Agua), controlando / abasteciendo sus bondades y asegurando de no caer en sus peligros a los niños.

Los reyes, jefes de sus respectivas dinastías, abarcando también ámbitos territoriales, facultarían a personas de su máxima confianza (nobles) para administrar en lo económico y lo social sus bienes –ducados, marquesados, condados-, plasmando su Sello, símbolo de la casa real, la más poderosa, en los pergaminos otorgados (Título, Facultad, Licencia, Diploma). Siendo además garantía para los súbditos del bienhechor beneficiario y poder hacer gala de estos dones o derechos concedidos (DON). Así, diplomáticos, titulados, facultativos y licenciados, ostentan su parcela de poder, mostrando su Orla laureada, a modo de Galón, en sus mejores salas o despachos, en señal de privilegio de recaudación y salvoconducto.

Llevar galones, ir de gala, llevar a gala, galantería, galán, son términos que expresan el gusto por el refinamiento, llevado a orgullo, gracias al don concedido, ejemplo de conducta.

Tratamiento de Señor y de Don

La clave de toda convivencia es el respeto entre los miembros de la comunidad, por lo que existe la obligación de respetarse sin demérito del resto, en igualdad. De aquí que hoy, a cualquier adulto, aún desconocido, se le supone la capacidad de mantener unos hijos y demás personas bajo su custodia y, por tanto, con tratamiento de Señor.

En cualquier grupo reunido, son señores (y señoras) todos los adultos responsables de comunidades, siendo la más pequeña, la familiar. Sin embargo, solamente uno puede ostentar el tratamiento de DON, que suele ser el principal común de todos, el que por unanimidad es el preferido, gracias a su conocimiento, sensatez, valentía, sabiduría. El que preside, otorga y reparte.

No es correcto tratarse a uno mismo de DON, pues esa autoridad emana del colectivo, que es quien la concede y aquél se hace digno de recibirla. Ni tampoco es correcto en reunión o junta, la presentación de varios “DON”, pues se entiende que sólo uno concede, tiene potestad sobre el resto.

El imperio del materialismo, en su afán recaudatorio (Poderoso Caballero es Don Dinero –como sentenciaría en una de sus sátiras Quevedo-), concedería Licencia de Señorío (DON) a quienes antes entregaran o pagaran por ello, en las diferentes etapas históricas / formativas del tejido socioeconómico; hoy deben continuar siendo generadores de ingresos y estabilidad para poder continuar en la cúspide.

En países de fuerte arraigo feudal, se da la paradoja, de poder heredar licencias de padres a hijos, ya sin mérito alguno (sin ofrecer nada a cambio), por el mero ejercicio de la influencia de intereses personales, inercia ya aceptada en el subconsciente del colectivo de esas zonas.

En altos niveles de la jerarquía, por tráfico de influencias económicas y políticas, existen hoy concentración de licenciados, nuevos señoritos y señorías, que al amparo de cartas magnas, reales decretos y palabras talismán,  lejos de Conceder u Otorgar, esperan Recibir, lucrarse licenciosamente de la fuerza motriz.



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